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martes, 15 de marzo de 2016

GOTITAS DE CRISTAL BY// DAMELYS MARÍA MARTÍNEZ ROSILLO

GOTITAS DE CRISTAL
by//Damelys María Martínez Rosillo

En el país de la lluvia, hay gotitas de agua envueltas en trajes de encajes que las niñas usan para salir con sus padres. Trajes que llegan a las rodillas, botas plásticas para no ensuciarse con el lodo que salpica. Sus abrigos casi nuevos, ahora tienen figuras geométricas de los pirineos, rostros redondos y rosados por la gelidez ambiental.

Miles de niños caminan de la mano de sus padres para cruzar las fronteras, miran letreros con mensajes con filigranas desconocidas, otros idiomas, otras culturas, pero las gotitas de lluvia no son iguales a las que dejaron allá detrás, en este lugar son más frías, parecen ojos mirando sus sonrisas y sus trajes.

Gotitas transparentes, semejan diamantes grandes y pequeños, brillan al trasluz de los faros que alumbran las calles para que la oscuridad no reine. El sol sale como escondido entre las grandes nubes grises. 

Las luces emergen victoriosas dando los buenos días a los caminantes que han dejado atrás los muros roídos, y el desamor.

Gotitas que se siembran en las hojas pequeñas de la hierba que mira el cielo desde su quietud. Gotitas como estrellas fugaces que se derraman por el subsuelo, buscando encontrar las raíces de los árboles y arbustos que nacerán en primavera.

La niña sonriente se acerca a las gotitas, y pasa sus manos delicadas y pequeñas por las bellas hojas de las flores convertidas en pétalos aterciopelados.
Observa con sus ojos brillantes, las diamantinas gotitas plateadas que refulgen por el agua pura del exterior.

Toma las otras gotitas y las coloca en sus manos cerradas, hace un vaso de cristal de cuarzo y la bebe, sabe a rosa, a chocolate batido con leche, que otrora tomaba constantemente, para que sus huesos se fortalecieran con las vitaminas de la fórmula láctea, pero ya no la tiene. ¡No la tiene!

Las gotitas de lluvia sirven para elaborar dulces escarchados con azúcar, y frutos almibarados en potes caribeños a la luz solar.
La niña sonríe porque le gustan sus chucherías. Son deliciosas con pan casero hecho con otra fórmula enriquecida para que su desarrollo físico, mental y de felicidad interior, se aglomeren en su cuerpo que necesita alimentarse para crecer sana, pero ya no lo tiene. ¡No lo tiene!

Han venido desde lejos, la harina y la leche, las caraotas y demás granos, pero a su casa no llegan.
¡No llegan!

Las gotitas de agua ahora son de un líquido negro que se convierte en petróleo, y su riqueza compra el ganado, pero ¡No llega! ¡No llega!

¡No hay envases!
No hay envases dónde echar las miles de toneladas de leche compradas a los sureños, a los expatriados, a los lingüines, a los profiteroles, a todo el mundo, ¡pero no llegan!

Las gotitas de agua salpican de alegría en el rostro de la niña, están escondidas, temen salir, porque las decorarán con el oro del arco, oro escondido y guardado que se quieren llevar.

La niña le pregunta a Papá Dios: ¿A dónde iremos belleza aqual? ¿A dónde brillaremos? 

La niña se encoge de hombros y sigue tomando su agua de los plantíos, agua brillante que se convierte en nueva nación, nuevo país.