RUTH, LA NIÑA, DE LAS MEDIAS ROTAS (Elaborado por Damelys Martínez)
En la plaza de las Banderas en Ciudad Guayana, hay grandes jardines rodeados de pinos, en la parte central se encuentran las escaleras que conllevan a la entrada, al frente está la Plaza "La Navidad" allí, se reúnen en la tarde un conglomerado de personas que venden comida rápida, dulces y bisutería. El lugar es propicio para que un gran número de niños de la calle se concentren en el sitio, porque las personas les pueden dar comida y dinero. En la mañana salen a las 9 y en la tarde a las 6 pm. Afloran de sus escondites como ardillitas, de los lugares aledaños a las escaleras del edificio de la CVG, son seis en total, Ramón de 10 años, Rut, de 11 años, Pedro, de 14 años, Sabina y Hermo de 12 años y Alejo de 14 años.
Rut es hermana de Alejo, andan en la calle desde hace tres años, sus padres son peruanos, se fueron a Perú y los dejaron abandonados en el aeropuerto, la policía los llevó a un hogar de niños abandonados llamado “Discípulos de Jesús” y ellos se escaparon. Consiguieron un lugar debajo de las gradas de la Plaza y allí viven. Al frente, en la Plaza la Navidad hay baños y ellos los utilizan para asearse cada vez que pueden porque los vigilantes al verlos los corren de allí, y ellos se agachan para que no los vean y van de uno en uno. Aún con estos inconvenientes logran asearse todos los días.
Rut, es una niña hermosa, su cabello lacio, negro, sus ojos marrones parecen ojales por la oblicuidad, característica típica de su ascendencia, su sonrisa es limpia e inocente, es alta para su edad, tiene las piernas largas, le han servido de mucho para evadir a la policía. Ella vende hilos y agujas, en una cajita pequeña de cartón, de color verde claro, lleva su mercancía, hilos de todos los colores, amarillos, negros, azules, naranjas, verdes, rojos, los combinados con dos y tres colores y agujas de todos los tamaños. Además, ama profundamente a Jesús, vive con una esperanza en su corazón, encontrar unos padres que los lleven a vivir juntos y los quieran a todos.
El amor por Jesús se lo enseñó una señora llamada Amanda, los cuidaba cuando sus padres eran capataces de una hacienda. Rut, al levantarse de los cartones donde dormían compartía con sus compañeros la palabra de Dios, tenía una biblia azul, pequeña, que le había regalado. Leía muy bien, siempre empezaba leyendo las Bienaventuranzas, Mateo 5 1-12. Los niños se quedaban boquiabiertos al oírla, y todas las mañanas se paraban a la misma hora. Luego, tendían las sábanas rotas, sobre los cartones y salían a recorrer los alrededores a vender los hilos y agujas. Al mediodía se regresaban a preparar los alimentos que compraban con el dinero de la venta en un fogoncito que prendían debajo de una acacia alta y abundante en sombra. Se reposaban y en la tarde volvían a salir.
Rut, se acerca con gracia a las señoras vestidas con monos deportivos que trotan todas las tardes en el lugar,
_ ¡Señora!, ¡buenas tardes!
¡Me puede comprar unos carretes de hilos y agujas, son de excelente calidad, sirven para coser ruedos, ojales y roturas en los bolsillos!, ¡además, con el dinero puedo comprar comida para mis amigos y mi hermano!
Una de las señoras con un mono deportivo azul celeste, se detiene y le compra varios carretes, y un paquete de agujas, los ojos se le iluminan como bellos faroles dorados y le dice:
_ ¡Gracias, señora, bonita, no sabe el gran favor que me hace!
Rut, continúa su caminar. Ese día se puso un vestido color rosa que le regaló la señora Luisa, una que vende tortas, quesadillas y dulces, en la plaza. Tiene sus medias a rayas que su hermano Hermo le compró para su cumpleaños número 11, de tanto usarlas se rompieron, como le gustan tanto, las cose, pero se le descosen nuevamente haciéndose una abertura pequeña de un lado del tobillo derecho. No se las quita para nada, todas las mañanas las lava y las tiende al sol, se las pone cuando sale a vender sus hilos y agujas.
En su carita sonrosada se distingue un rictus de ensoñación, pareciera que tuviera una idea fija, en su pensamiento, y en cierto modo así es, porque siempre piensa en una gran familia conformada por su hermano y sus compañeros de habitación. Sus compañeros la quieren mucho, sobretodo Sabina, porque Rut la cuida como una hermana, le hace unas clinejas bien hechas, para que siempre esté bien peinada, cuando están juntos se ayudan mutuamente como hermanos, se respetan y colaboran unos con otros.
Cuando le teje las clinejas a Sabina le dice:
._ ¡Sabinita!, ¡hermanita!, ¡cuando nos consigamos un papá y una mamá, no nos separaremos!, continúa con sus sueños y le explica:
._ ¡Tendremos una cama cada una, vestidas con sábanas de flores con abejas y mariposas azules y amarillas y muchas muñecas para jugar y hacerles vestiditos!
._Sabina la mira y le muestra una sonrisa blanca como la nieve, y la encara diciendo._ ¡hermanita!, tus palabras son muy hermosas, ¡nuestro cuarto tendrá papeles multicolores como un arcoíris! ¡Y sabanas con encajes y será muy limpio! :- ¿verdad? Ella asiente con la cabeza, se sonríe y la abraza.
A Rut, sus compañeros la quieren mucho, sobretodo Sabina, porque, cuando están juntos se ayudan mutuamente como hermanos, se respetan y colaboran unos con otros. Una vez, Ramón se apareció con dos muebles tejidos de mimbre, y Alejo como es el mayor del grupo, lo regaño y le dijo: _ ¡ si te robaste los muebles, debes devolverlos!, el niño le respondió, ¡no,no,no, los robé!, los encontré tirados en el pipote de la CVG, y me los traje, Alejo le pidió que lo llevara al lugar donde los encontró, al acercarse ambos, vio que estaba el otro par de muebles descocidos, cada uno tomó uno y se los llevaron, los colocaron debajo de las gradas donde vivían para arreglarlos.
Al llegar se encontraron que Sabina y Hermo, se habían caído de las gradas al estar jugando, por esta razón, estaban llorando, Rut, le dijo a su hermano ¡vamos a llevarlos al módulo de los Olivos! queda a tres cuadras, de aquí, ¡vengan, muchachos, ¡vamos! Al llegar al módulo los cuatro, la enfermera de turno los observó,
Les dijo _. ¿Qué hacen ustedes aquí?,
¡Nuestros hermanitos se cayeron y queremos que los revise para ver si están bien!
. _ ¿Y sus padres?, les preguntó la enfermera
Rut, respondió: ¡no tenemos, vivimos cerca de aquí, en la plaza!
_, Ahhh, bueno, déjenme revisarlos, porque se ven muy aporreados_, les respondió, la joven Irene, enfermera del centro, una señorita muy educada y amorosa con todos, los atendió con mucho cariño.
En eso entró el Dr. Suárez, estaba de turno, les sonrió a todos y les dijo:
._ ¿Qué hacen por aquí, estos niños, solos?
Alejo, dijo: ¡traemos a nuestros hermanitos para que vea si tienen algún hueso roto!
El Dr. Le sonrió y le hablo: ¡Los examinaré, para ver cómo están!
Le dijo a Rut- ¡Niña, eres muy bella!, ¿y tus padres?
Ella, les respondió _ ¡se fueron a Perú y nos abandonaron, a mi hermano y a mí ¡ _.
_ ¿y los otros dos niños?_
_ ¡A ellos los encontramos en la Plaza “La Navidad” durmiendo en unos cartones y nos los llevamos con nosotros, tenemos dos años juntos, nos queremos como hermanos! ¡Somos seis en total!
Mientras hablaban el Dr. Suárez, los examinaba, les dijo_ ¡están bien sólo tiene unos rasguños. ¡Espérenme afuera, para hablar con Uds.!
A la media hora, el Dr. Suárez salió y les dijo:
_ ¡Móntense en el carro, que los llevaré a la piscina de mi casa, para que se den un chapuzón!
Los niños se miraron unos a otros y se preguntaron en su interior ¿estará diciendo la verdad? , se dieron cuenta que el doctor los llevaba a su casa, estaban muy contentos, al llegar al hogar, los invitó a pasar y les avisó.
_ ¡Échense un baño, cada uno y después los llevó a la piscina!
En la sala estaba su esposa, la Dra. Marisela, una señora que no podía tener hijos, y habían pensado adoptar seis, y allí estaban cuatro, solo faltaban dos.
La pareja se sentó a hablar cerca del grupo de niños y el Dr. le relató todo a su mujer, quien ansiosa oía todo lo que le contaba, sonreía y veía a las dos niñas tan hermosas, porque Sabina también lo era, tenía el pelo negro rizado suavemente, y los ojos verdes claro, tenía unos dientes blancos, blancos y menudita de estatura, para su edad, pero muy despierta y viva la expresión de su rostro infantil.
Los esposos Suárez llamaron a un amigo abogado para que se encargará de los trámites de adopción, a través de la Defensoría del Niño y del Adolescente y del Tribunal de menores, al terminar con su baño, les dio a cada uno un traje de baño, y los llevó a la piscina, se quedaron sorprendidos cuando la vieron, era grande, inmensa, azul intenso y brillaba con la luz del sol como un cristal gigante.
Rut, sabía nadar porque ellos cuando vivían con sus padres, lo hacían en un fundo que tenía un riachuelo, se lanzó como un pez al agua, los demás la imitaron. Se sentían muy felices. Luego, salieron a comer, les habían preparado unos perros calientes y hamburguesas, los esposos estaban muy sonrientes, sacaron vitaminas y desparasitantes y les dieron a tomar, les explicaron para que eran y los niños los tomaron.
Cuando Rut, iba a comer, le dijo al Dr. Suárez,
_ ¡Le puedo guardar una hamburguesa a mis dos hermanitos que están en las gradas!,
Ellos le respondieron que_ ¡sí! ¡Todo lo que deseen llevarles!
Al terminar de comer, el Dr. le dijo a Rut y a Alejo,
_ ¡Vamos a buscar a los otros dos niños! Ellos se vistieron rápidamente, con la ropa nueva que les dieron, y guiaron al doctor, a las gradas, se bajaron del carro, corriendo, gritando ¡Ramón!, ¡Pedro! ¡Vengan!, ¡vengan! ¡Hay un señor que quiere ser nuestro papá!
Los dos niños salieron y al verlos dijeron _ ¡hermanitos!, ¿Qué pasa?, al verlos el Doctor, les tomó de la mano con los ojos llorosos, porque la belleza de los niños era tan real, que parecían querubines. Ramón y Pedro, eran huérfanos, el primero, es de los Andes y se vino en un camión que vendía hortalizas, y el segundo, es de Tucupita, lo criaba su abuela, al fallecer se vino con una señora árabe, pero lo maltrataba y el huyó de la casa, ella no lo buscó, Rut y su hermano los encontraron en el árbol de aluminio del parque “La Navidad” y se lo llevaron con ellos a las gradas.
Se montaron todos en el carro del Dr. Suárez, él y su esposa les hicieron el mismo procedimiento a ellos, se bañaron y comieron en abundancia.
Al pasar, seis meses, el abogado del Dr. Suarez, inició los trámites legales para la adopción de los niños, los inscribieron en la escuela y los llevaban y traían todos los días. A las niñas las mandaban a aprender modales, danza y música porque Rut, cantaba muy bien, y Sabina aprendió a tocar cuatro y guitarra, los varones iban al fútbol y al karate. Alejo, el mayor estaba estudiando Primer año cuando sus padres los abandonaron, fue con su padre adoptivo al liceo “Cecilio Acosta” donde estudiaban y le sacaron sus papeles.
Los niños estaban muy contentos y la familia los amaban mucho, porque eran muy obedientes, les buscaron ayuda psicológica, a los padres de Rut y Alejo, la embajada peruana los localizó, y ellos no quisieron saber nada de los niños, redactaron una carta en la que renunciaban a la custodia de ambos, quedando formalmente adoptados por los esposos Suárez.
Hoy, Rut, trabaja en la Unicef, organismo que tiene que ver con los derechos de los niños, se gradúo de abogado, tiene 22 años y un novio llamado Hermágoras, es arquitecto, trabaja, también en la organización, Su hermano Alejo se graduó de médico pediatra, trabaja en la misma clínica que su padre, Hermo estudia medicina, en la UDO de Ciudad Bolívar, Sabina está por graduarse de administradora, porque tiene una tienda de instrumentos musicales, Pedro es, Ingeniero Civil, trabaja en PDVSA, a Ramón le faltan 1 año para graduarse, estudia Ortodoncia, ya es odontólogo. Sus padres se sienten muy orgullosos de ellos. Todos los domingos se reúnen con ellos y sus amigos, después de ir a la iglesia a dar gracias a Dios por la felicidad que han tenido, van a casa a preparar sus comidas favoritas. Rut, lleva su pequeña biblia siempre con ella.
PD. El nombre del personaje principal Rut, fue tomado por la autora por admiración a la moabita que siguió a su suegra Noemí a su pueblo Belén de Judá.
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