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sábado, 7 de mayo de 2016

MIRADAS A LA LLUVIA by// Damelys María Martínez Rosillo

MIRADAS A LA LLUVIA
 by// Damelys María Martínez Rosillo


Florecita mira la lluvia y sonríe. Su sonrisa radiante por la primavera asomada, le recuerda a su madre Blanca, la señora acicalada que veía al regresar de la escuela donde estudiaba.
Dibujó un corazón y un beso en el aire y se los envió. 
Abre sus pensamientos al recuerdo de esa llamada dulce como la miel de los campos floridos.
Una rosa y un pincel es todo lo que tiene en su mano para aquella mujer que todavía vive, pero no está cerca.
Abre la gaveta de madera y saca un pañuelo con un perfume olor a madre, color a madre, sabor a madre.
Florecita tiene en sus manos un bello poema que escribe garabateado ¡Te amo, madrecita!
Revisa la despensa y hace una pequeña torta con sus manitas rosadas, con uñas impecables. 
Bate los huevos que tomó de la gallina ponedora de ayer en su traspatio, el azúcar semejante a la blancura del pico Bolívar con sus águilas montadas en el azul cielo-estelar. Sólo bate esos ingredientes porque la mantequilla escarcha y melcocha la torta. Agrega, un poco de harina, y vuelve a batir, coloca el recipiente en el horno, al rato sale la torta, toda volteada. Intenta hacer una crema dulce para agregar y quitarle el defecto, lo logra.
Sale al jardín y toma pétalos fucsia y se los coloca de un lado, y del otro, con la punta del tenedor escribe ¡Madre linda!
Luego, la guarda en la nevera. Saca su cuaderno rosado con dibujos geométricos, y pinta con nostalgia un gran corazón lleno de amor, lo rellena con el color rojo de la manzana- pomalaca que sacó del refrigerador.
Arranca la hoja con mucha delicadeza, y hace un aeroplano y la lanza lejos, la echa a volar y dice:
¡Vuela corazón! ¡Vuela hoja de amor!
Jesús, llévale este mensaje de amor a mi amada madre. 
Aquella madrecita que solo espera un gesto de amor.
Aquella madrecita que solo espera unas pantuflas para descansar sus bellos pies.
Florecita, ahora ya está grande y sabe lo qué es el amor de madre.
Una madre es como un corazón lleno de amor para todos los días.
¡Te amo, madre!
Dios de Israel, te cuide y te ayude a superar el dolor que ahora vives.
Tu hija, ahora madre, comprendo por qué me cuidabas tanto. 

martes, 15 de marzo de 2016

GOTITAS DE CRISTAL BY// DAMELYS MARÍA MARTÍNEZ ROSILLO

GOTITAS DE CRISTAL
by//Damelys María Martínez Rosillo

En el país de la lluvia, hay gotitas de agua envueltas en trajes de encajes que las niñas usan para salir con sus padres. Trajes que llegan a las rodillas, botas plásticas para no ensuciarse con el lodo que salpica. Sus abrigos casi nuevos, ahora tienen figuras geométricas de los pirineos, rostros redondos y rosados por la gelidez ambiental.

Miles de niños caminan de la mano de sus padres para cruzar las fronteras, miran letreros con mensajes con filigranas desconocidas, otros idiomas, otras culturas, pero las gotitas de lluvia no son iguales a las que dejaron allá detrás, en este lugar son más frías, parecen ojos mirando sus sonrisas y sus trajes.

Gotitas transparentes, semejan diamantes grandes y pequeños, brillan al trasluz de los faros que alumbran las calles para que la oscuridad no reine. El sol sale como escondido entre las grandes nubes grises. 

Las luces emergen victoriosas dando los buenos días a los caminantes que han dejado atrás los muros roídos, y el desamor.

Gotitas que se siembran en las hojas pequeñas de la hierba que mira el cielo desde su quietud. Gotitas como estrellas fugaces que se derraman por el subsuelo, buscando encontrar las raíces de los árboles y arbustos que nacerán en primavera.

La niña sonriente se acerca a las gotitas, y pasa sus manos delicadas y pequeñas por las bellas hojas de las flores convertidas en pétalos aterciopelados.
Observa con sus ojos brillantes, las diamantinas gotitas plateadas que refulgen por el agua pura del exterior.

Toma las otras gotitas y las coloca en sus manos cerradas, hace un vaso de cristal de cuarzo y la bebe, sabe a rosa, a chocolate batido con leche, que otrora tomaba constantemente, para que sus huesos se fortalecieran con las vitaminas de la fórmula láctea, pero ya no la tiene. ¡No la tiene!

Las gotitas de lluvia sirven para elaborar dulces escarchados con azúcar, y frutos almibarados en potes caribeños a la luz solar.
La niña sonríe porque le gustan sus chucherías. Son deliciosas con pan casero hecho con otra fórmula enriquecida para que su desarrollo físico, mental y de felicidad interior, se aglomeren en su cuerpo que necesita alimentarse para crecer sana, pero ya no lo tiene. ¡No lo tiene!

Han venido desde lejos, la harina y la leche, las caraotas y demás granos, pero a su casa no llegan.
¡No llegan!

Las gotitas de agua ahora son de un líquido negro que se convierte en petróleo, y su riqueza compra el ganado, pero ¡No llega! ¡No llega!

¡No hay envases!
No hay envases dónde echar las miles de toneladas de leche compradas a los sureños, a los expatriados, a los lingüines, a los profiteroles, a todo el mundo, ¡pero no llegan!

Las gotitas de agua salpican de alegría en el rostro de la niña, están escondidas, temen salir, porque las decorarán con el oro del arco, oro escondido y guardado que se quieren llevar.

La niña le pregunta a Papá Dios: ¿A dónde iremos belleza aqual? ¿A dónde brillaremos? 

La niña se encoge de hombros y sigue tomando su agua de los plantíos, agua brillante que se convierte en nueva nación, nuevo país.